30 de agosto de 2010

Sexta Crónica de "Un viaje a Corea", por Juan Nogueira

Sexta Crónica de “Un viaje a Corea”
- Quinto día en Corea -

Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)

El contubernio continúa. El de la cocina, por supuesto. Pero hoy no voy a centrarme en su picante agresión, entre otras cosas, porque he descubierto una panadería donde venden unas rosquillas buenísimas para los días en que se junten demasiadas comidas con hilillo rojo. Hoy quiero hablar de la parte positiva.

¡Sí, existe! Para empezar, he decir que en general, la calidad de los cocineros y cocineras coreanas es bastante alta. Eso se nota, por ejemplo, cuando preparan un plato occidental, como la pasta italiana, que te permite comparar con algo conocido. Y en segundo lugar, porque hay platos coreanos espectaculares.

Un ejemplo de ello es la ternera a la parrilla, que sirve en finos trozos pequeños, sobre cebolla y con algo de sémola. También una crema que me han servido hoy con pollo. La crema tenía zanahoria -seguro- y el resto no lo sé, aunque creo que patata, calabacín y puerro. Conociendo la fiabilidad de mis papilas gustativas... es tan posible que tuviese los tres ingredientes como que no tuviese ninguno. En cualquier caso, muy bueno.

Eso sí, conmigo se traen un cachondeo bastante grande. Cuando llego, una camarera siempre me acerca hasta mi mesa, pero me pone una sonrisita de “te estábamos esperando” y al poco comienza a escucharse en cocina “Ispaña, Ispaña”. Mi táctica suele ser siempre la misma: “Not hungry. Let me choose”, aunque últimamente ellas se escudan en que no entienden y se ríen.

En cualquier caso, que nadie se desanime a venir a Corea por la comida. Entre otras cosas, porque el maltrato gastronómico parece dirigido especialmente contra mí. Otros, reciben trato de favor. Pude observar, con sana envidia, cómo a los de la mesa de al lado les servían tarta, junto al helado y una copa de vino. ¡Qué suerte!

Una de las cosas que uno menos se espera en Corea es ligar. Especialmente, porque si según Occidente estamos ante “el último bastión del estalinismo”, el contacto con la población debe ser mínimo y reducido a ocasiones protocolarias y de intercambio político.

Pues bien, si en mis dos viajes anteriores ya había podido desechar radicalmente estas ideas, en esta ocasión no salgo de mi asombro. No hay día en que alguna mujer me diga que le parezco guapo y de ahí, para arriba, lo más variopinto. ¡Y no sólo mujeres, lo cual es más preocupante, dado el “estalinismo”!

Alejandro Cao de Benós, Presidente de la KFA y al que conozco bastante, me dijo una vez que las mujeres coreanas valoran sobre todo el interior de una persona y, especialmente, su ideología.

Ya siento contradecirle, pero no es el marxismo-leninismo lo que han visto en mí... ¡sino mis cejas! Sí, por raro que suene, en Corea les llama mucho la atención unas cejas gruesas. No es común en Oriente y les da una apariencia de virilidad.

Hoy llegué con mi habitual puntualidad a la clase-coloquio. Hoy hablamos de la intervención en las masas. Los coreanos consideran que ésta es la prioridad de un partido revolucionario. Ellos insisten mucho en la idea de la toma de conciencia, es decir, que un partido cuando interviene políticamente con la gente, tiene que elevar el nivel de conciencia y educar, buscando que sea la propia gente la que voluntariamente se movilice para la acción. Desechar cualquier intervención que reproduzca métodos burocráticos o administrativos, intervenir políticamente para movilizar las conciencias.

Después, O Song Chol se fue y llegó un nuevo ponente, llamado Lee, para hablar de lo que en Corea denominan “idea Songun”, que quiere decir “priorización de los asuntos militares”. Ellos argumentan que esto ha sido una idea que implícitamente ha estado presente durante todo el proceso revolucionario, debido a la situación de Corea: país dividido debido a la ocupación norteamericana de Corea del Sur.

En cualquier caso, recalcan, hacer una Revolución es siempre un proceso en el que una clase le arrebata el poder a otra. Incluso en el más democrático de estos procesos, la clase que pierde el poder, nunca va a renunciar a sus privilegios de forma pacífica. Por eso, a la violencia reaccionaria hay que oponer la violencia revolucionaria en algún momento del proceso, ya sea antes de que triunfe la Revolución, durante el triunfo o tras el triunfo.

En el caso de Corea, por la invasión imperialista que sufrió a manos japonesas, la Revolución tomó la forma de armas contra armas. Ahí nos quedamos y mañana continuaremos.

Durante el coloquio anterior surgió el tema del fenómeno del revisionismo: bajo la fórmula de “renovar” o “actualizar” las líneas políticas del partido, cambiar el carácter revolucionario del mismo. Ellos sitúan que el fenómeno del revisionismo moderno es el que más daño les hizo, aunque se enfrentaron a él y expulsaron del partido a una fracción revisionista en 1956. Con revisionismo moderno -término utilizado especialmente por China, aunque también por Corea- se refieren, y así me lo dijo, a todo lo que va desde Kruschov hasta Gorbachov en la Unión Soviética y durante el mismo periodo en varios de los partidos aliados al PCUS. Sin embargo, ellos enfatizan la importancia que tuvo la crítica al “culto a la personalidad”, crítica que para ellos significa un ataque directo a la misma idea de que exista un centro en la Revolución y, en concreto, a la figura de un líder.

Es curioso, Corea puede que sea uno de los pocos países donde se publican textos de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao, los cinco autores políticos extranjeros más leídos en el país, según me dijo O Song Chol. También me dijo que sus textos y obras escogidas y completas se reproducen de forma masiva en coreano. Por la noche, mientras buscaba en la radio una emisora donde pusieran música, encontré un programa en coreano sobre Marx, Engels, Lenin y Stalin. ¡Qué envidia! ¡Mientras tanto, en España por las noches tenemos a César Vidal y por las mañanas a Federico Jiménez Losantos!

Por la tarde volvimos a ir al Museo de la Revolución, donde visitamos salas dedicadas al periodo de construcción del socialismo, entre 1953 (fin de la Guerra de Corea) y 1970 (fin del Plan Septenal). Había una guía que me iba narrando los acontecimientos y tenía una voz enérgica y muy expresiva. Kimsita, en cambio, que estaba traduciendo al castellano, había dormido mal y se trababa a menudo.

En cualquier caso, estas salas son una pasada. Están llenas de fotos, cifras de crecimiento, maquetas, vídeos, representaciones virtuales de ciudades,... etc Son las que menos se suelen mostrar a los extranjeros, ya que se prioriza las salas relativas a la lucha contra el Imperio Japonés. Una auténtica pena, ya que lo que más llama la atención -al menos a mí- es la construcción de un modelo económico y social diferente, más que la lucha guerrillera.

Cuando me invitaron a este viaje, me advirtieron que me podrían cubrir los gastos dentro de Corea, pero no los relativos al petróleo, ya que el bloqueo imperialista se ceba especialmente con los combustibles y cada litro cuesta un dineral. Yo pregunté al embajador coreano en Roma a cuánto podría ascender dicho coste y él me dijo que lo desconocía, pero que no me preocupase, que sería poco.

Sin embargo, el cálculo que me han pasado los coreanos es de 150 euros, contando únicamente las salidas fuera de Pyongyang. Al principio, me pareció una exageración, pero luego, pensándolo, me di cuenta del coste que debe significar a Corea importar cada gota de petróleo, no sólo por el coste relativo que tiene para un país con escasez de divisas, sino especialmente por las piruetas que tienen que hacer los barcos para llegar a puertos lejanos y volver a aguas coreanas sin ser abordados o pasar vergonzosos controles extranjeros bajo la excusa del “control de armas”. Por no decir que el petróleo lo tiene que comprar a intermediarios occidentales que encarecen el coste, ya que Corea no ha invadido países árabes para poner sus empresas en ellos y bajar el precio al que compra el crudo.

A veces en Occidente nos olvidamos de estas circunstancias y tratamos de comparar a países como Cuba o Corea con Europa, como si el contexto en el que tienen que moverse fuese si quiera parecido.

Les exigimos como si fuesen países europeos, cuando es un auténtico acto de heroísmo que -por los bloqueos y agresiones que sufren- no sean similares al más pobre país de África. Hay mucho snobismo occidental cuando se habla de la libertad de navegar en internet desde Corea o Cuba, o la libertad de leer propaganda contrarrevolucionaria o cuestiones por el estilo.

Quienes hacen este tipo de críticas suelen tener dos defectos: el primero, no conocer el estado real de las libertades en Corea o Cuba, acusándolas de situaciones que sólo existen en las páginas de los medios de la derecha más reaccionaria; el segundo, ser personas que utilizan un lenguaje muy grandilocuente sobre libertades y revoluciones, pero que ni en Cuba, ni en Corea, ni en España -ni en ningún país a lo largo de la historia tampoco-, hacen nada real ni efectivo en favor de una revolución que se pueda materializar.

Corea es un país con dificultades tremendas para acceder a recursos que no se hallen dentro del país, debido al bloqueo; su situación histórica siempre fue la de un país tecnológicamente atrasado y hoy se le veta internacionalmente el acceso a la tecnología punta; es un país de 24 millones de habitantes, pequeño y montañoso. Sin embargo, consigue mantener un sistema eficiente de alimentación, empleo, salud, educación, vestimenta y vivienda; mantiene una confrontación directa con la primera potencia mundial sin arrodillarse; y está llevando a cabo un ambicioso plan de desarrollo que concluye en el año 2012.

La premisa para que esto sea posible es que todo el país este unido en torno al proyecto socialista y que en la confrontación con el imperialismo, todo el pueblo sea una fortaleza sin penetración de “quintacolumnistas” occidentales.


Los planes del imperialismo para sabotear esta revolución no solo incluyen la agresión militar y el bloqueo económico, sino también la agresión mediática y la penetración cultural e ideológica. Estas dos últimas están perfectamente planificadas y estudiadas y ya se llevaron a cabo en el pasado contra otros países socialistas. Incluye desde la penetración a través de intercambios de estudiantes y delegaciones, la cooptación de personas dentro del país con cierta influencia, programas de radio de carácter contrarrevolucionario, etc.

En medio de este plan de penetración anti-comunista, algún “lumbreras occidental”, sugiere a sus “camaradas coreanos” facilitar el camino al imperialismo, importando publicaciones contrarrevolucionarias o facilitando el acceso a internet libre.

Eso no quiere decir que no se pueda hacer un uso eficiente de la red de redes en los países socialistas. De hecho, Cuba y Corea nos dan buenos ejemplos de ello. En Corea hay millones de archivos subidos a la intranet propia, entre los que se encuentran archivos musicales, vídeos, materiales formativos, textos científicos, textos políticos,... Mientras en Occidente se restringe la libre circulación de conocimiento, con el eufemístico nombre de “lucha contra la piratería”, en Corea se fomenta la libre difusión de conocimiento. Pero conocimiento útil para la sociedad del futuro, que es el socialismo; lo que es útil para el imperialismo, ya se encargarán ellos de hacerlo llegar, como de hecho hacen.

Hablando de conocimiento, les pedí a Kimsito y Kimsita que me llevaran a alguna librería donde hubiese publicaciones en inglés, al margen de las de los hoteles, que ya me las tengo suficientemente exploradas. Me llevaron a una cercana a la Plaza Kim Il Sung, donde pude comprar varios libros por un precio realmente barato. Entre ellos, algún regalo -entre otros, para Lara- y algún encargo -Miguel, de Granada. La verdad es que si un coreano me preguntase dónde comprar en España libros en su lengua, no sabría dónde llevarle. Pero tampoco si me lo preguntase un francés, un chino, un alemán o un ruso. Este país tiene algo que lo hace diferente, eso está claro.

Por la noche volví a ir a la piscina. Esta vez había en torno a 60 personas, la mayoría jóvenes. En general -y esto es destacable- tanto hombres como mujeres en Corea tienen cuerpos atléticos. Supongo que tiene que ver con una vida muy activa en deportes y con que el periodo en el ejército es prolongado: 4 años. No hubo mayores novedades, aunque sí que me pareció interesante el hecho de que ninguna de las personas de la piscina había estado el día anterior. Y si habían estado, yo no les reconocí. Es decir, el acceso a este tipo de instalaciones no es algo restrictivo, sino que parece algo más generalizado.

Hora de ir a cenar. Nueva batalla contra el contubernio de la cocina.


Juan Nogueira López


Si lo desea, puede descargar la crónica en PDF pulsando aquí.